A ver, a ver... ¿qué quisieran comprar? camarón seco? cubiertos de madera? talvez... una alcancía de barro con forma de chanchito?
No, ya sé! una imagen de Exú! o... una calabaza gigante, para transformarla en un instrumento musical...
Bueno, todo eso y más podrán encontrar en este mercado.
Cuadras y cuadras, llenas de puestos de verduras, frutas, ropas, porotos y harinas (de las variedades más insospechadas), charutos, piezas electrónicas, gallinas, palomas, canarios, cabezas de buey (con su cuero puesto, o sin él) absolutamente todo, se da cita en San Joaquim!
Gentes que compran y venden; muchachos que ofrecen sus servicios como changarines, recolectando sus compras en carretillas, lo seguirán por todo el mercado!
Si está cansado de tanto caminar, puede detenerse y comer algo en alguno de los puestos de "comida a quilo"
Honestamente, no sé cuantos años tiene de creado, pero supongo que, al igual que las ciudades, ha ido creciendo con el tiempo.
Uno no puede ir a Bahía y no visitar este zoco...
La primera vez que lo recorrí, fué cuando regresaba de la Iglesia de Bom Fim.
Mis pies no paraban de caminar, saltaban de un lado a otro, al igual que mis ojos.
Todo era sorpresa, todo era nuevo, todo valía la pena de ser visto, olido, tocado.
Animales vivos y animales muertos, comidas crudas y cocidas, maderas y metales...
Prueben, les aseguro que allí, se animarán a meterse sin preguntarse ¿cómo pude? cuando en su propio país ni pisarían... (con esto no quiero desanimarlos) es un mercado hecho y derecho, es una feria callejera, y como dice el dicho:
"cada uno habla de la feria, como le va en ella"
No hay comentarios:
Publicar un comentario