Orixás

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miércoles, 23 de noviembre de 2011

"El paraíso está bajo los pies de las madres"

En el Norte de África hay un proverbio que dice. "El paraíso está bajo los pies de las madres"


Tawakul Karman, líder de protestas antigubernamentales en Yemen;

 Leymah Gbowee, activista contra las violaciones durante la guerra civil liberiana, y Ellen Johnson Sirleaf, la primera presidenta mujer elegida democráticamente en Africa.



La liberiana Leymah Gbowee estimó el viernes que el premio Nobel de la Paz, que ella comparte este año con dos galardonadas más, "es para las mujeres africanas" y celebró que la distinción reconozca "el papel crucial de las mujeres para promover la paz" en el mundo.

En una entrevista telefónica con la AFP mientras llegaba a Nueva York para presentar un libro, Gbowee, de 39 años, estimó que se trata de un Nobel "para las mujeres africanas".

"Es para las mujeres en general, pero particularmente para las mujeres en África", explicó feliz por este Nobel que comparte con su compatriota, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, y la periodista yemení Tawakkul Karman.

Con 39 años, esta madre de seis niños juzgó que el premio es "un reconocimiento" de que las mujeres tienen ahora "algo que decir".

"Nadie más podrá minimizar nuestro papel de ahora en adelante. Pienso que el mundo ha reconocido el papel, la inteligencia y la contribución de las mujeres", añadió esta mujer que ha sido apodada como "la guerrera de la paz", por haber sido el origen de un movimiento pacífico femenino que contribuyó a ponerle fin a la segunda guerra civil de Liberia en 2003.

Este Nobel "refuerza nuestro mensaje de que el papel de las mujeres para promover la paz y la seguridad en el mundo es crucial", sostuvo un poco más tarde en una iglesia de Harlem, en Nueva York, donde fue calurosamente aplaudida.

Allí habló de su fe, de su recorrido, y estimó que "no había hecho nada extraordinario".
"Jamás la violencia ha arreglado nada", insistió.

La ganadora del Nobel subrayó que el galardón ha recompensado a tres mujeres que utilizaron sus medios no violentos para resolver un conflicto.

Unas horas antes, Gbowee se había dirigido a los estudiantes de la Universidad de Columbia, a quienes explicó su trayectoria, sus vivencias en los años de guerra, su ira y cómo siempre ha estado determinada a contar "su verdad".

Preguntada por el movimiento "Occupy Wall Street" (Ocupemos Wall Street), recomendó a quienes se interesaron por su opinión al respecto que hay que ponerse objetivos y mantenerlos.

La llegada al poder de la presidenta Elle Johnson Sirleaf, que luchará por conseguir un nuevo mandato la semana que viene, estuvo favorecido por el trabajo sobre el terreno de Leymah Gbowee, y ésta afirmó este viernes que sentía "mucho respeto" por Sirleaf.

Durante una jornada neoyorquina en la que fue encadenando intervenciones, Gbowee invitó igualmente a todo el mundo a ser mensajero de la paz "en su comunidad".

"No esperen a un Mandela, a un Gandhi, a un Martin Luther King, sino sean vuestro propio Mandela, Gandhi y vuestro propio Martin Kuther King", instó.

"Ustedes conocen sus propios problemas, sus motivos de inquietud, sus prioridades, y son los mejores situados para trabajar por su propia paz porque nadie lo hará mejor que ustedes", añadió.

Para la premiada, su galardón es también "un homenaje a Wangari Maathai", la primera mujer africana que fue premiada con el Nobel de la Paz, en 2004. Esta militante ecologista keniata, fallecida a final de septiembre de este año, luchaba contra la deforestación.

"Leymah Gbowee movilizó y organizó a las mujeres más allá de las líneas de división étnicas y religiosas para ponerle fin a una larga guerra en Liberia y asegurar la participación de las mujeres en las elecciones", señaló el presidente del comité Nobel noruego, Thorbjoern Jagland.

Comenzada en 2002, la iniciativa original de esta trabajadora social pretendía que las mujeres rechazaran a los hombres mientras continuaran las hostilidades en el país, lo que obligó al presidente Charles Taylor (1997-2003) a incluirlas en las negociaciones de paz antes de su caída.

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El Premio Nobel de la Paz les fue concedido conjuntamente ayer a tres mujeres defensoras de los derechos humanos, dos de ellas de Liberia y una de Yemen, actualmente con problemas. 

El Comité en Noruega dividió el premio entre Tawakul Karman, que se reveló durante la Primavera Arabe en líder de protestas antigubernamentales en Yemen; Leymah Gbowee de Liberia, quien luchó contra las violaciones por parte de los soldados durante la guerra civil, y su compatriota Ellen Johnson-Sirleaf, la primera presidenta mujer elegida democráticamente en África.

La citación del Nobel elogió la “lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y por los derechos de las mujeres” del trío. “No podemos lograr la democracia y la paz duradera en el mundo a no ser que las mujeres obtengan las mismas oportunidades que los hombres para influenciar los desarrollos en todos los niveles de la sociedad”, decía.

Las tres mujeres compartirán el premio y los diez millones de coronas suecas (casi 1,5 millón de dólares) con los que está dotado el Nobel de la Paz. Las liberianas y la yemení no se conocen y se verán por primera vez durante la ceremonia del 10 de diciembre. El nombre de Karman fue una sorpresa también para los expertos.

Sorprendente resultó quizá para muchos también la edad de dos de las premiadas, que no llegan a los 40 años. Su labor, sin embargo, ha obtenido más resultados que el que consiguieron muchos activistas a lo largo de toda su vida.

El anuncio fue un apoyo a la Primavera Arabe que recorrió el norte de Africa y Medio Oriente y las noticias de ello le llegaron a Karman en un campo de protestas, donde los manifestantes han estado durante meses pidiéndole al presidente de Yemen que renuncie. Ella dijo que era “una victoria para la Primavera Arabe y una señal de que los dictadores debían irse”.

El presidente del Comité del Nobel, Thorbjoern Jagland, dijo: “Hemos incluido a la Primavera Arabe en este premio, pero lo hemos puesto en un contexto particular. Es decir, si uno no incluye a las mujeres en la revolución y en las nuevas democracias, no habrá democracia”. 

Era otra incursión en la política sensible por parte del comité en Oslo que fue acusado por China el año pasado de interferir en sus asuntos políticos al elegir al disidente Liu Xiaobo. La decisión de este año de premiar a Johnson Sirleaf sólo cuatro días antes de que comience una pareja votación en Liberia también produjo alguna controversia en Africa occidental.

Su principal rival para la presidencia liberiana, Winston Tubman, dijo que el comité “estaba equivocado al dar el premio” y la describió como una “belicista” por su supuesto apoyo del caudillo Charles Taylor. Los votantes irán a las urnas el próximo martes en el país fundado en 1847 por esclavos estadounidenses liberados, en la costa atlántica del Africa occidental, cuyo nombre significa “país de la libertad”. En su territorio, sin embargo, nadie pudo ser libre durante mucho tiempo. Los crímenes contra la humanidad fueron pan de cada día durante casi 15 años bajo el régimen de Charles Taylor. Es apenas la segunda elección desde que el país surgió de la guerra de 14 años que dejó 200.000 muertos y la estructura de Liberia se sacudió.

Jonhson-Sirleaf respondió al premio ayer: “Creo que tanto Gbowee como yo aceptamos esto en nombre del pueblo de Liberia”, dijo en la escalinata de su residencia en Monrovia. “Esto me compromete más para trabajar para la reconciliación.”

La menos conocida de las dos laureadas liberianas, Gbowee, escuchó sobre el premio recién después de aterrizar en Nueva York, donde planea promocionar sus memorias, Mighty Be Our Powers (Poderosos sean nuestros Poderes). 
La noticia alcanzó a Gbowee, de 39 años, en la forma de un mensaje de texto de una amiga que decía: “Nobel, Nobel, Nobel”. 

“El asunto es que cuando uno recibe una buena noticia la quiere compartir con alguien”, dijo a Reuters. “El tipo sentado a mi lado durante el vuelo de cinco horas, nunca nos hablamos, pero tuve que golpearlo en el hombro y decirle, señor, acabo de ganar el Nobel.”

Gbowee se hizo conocida en Liberia cuando instó a las esposas y novias de facciones en guerra a que les negaran tener sexo hasta que depusieran sus armas. 

Sus esfuerzos comenzaron en pequeña escala en un mercado de pescado donde condujo las oraciones y los cánticos para la reconciliación y la paz. 

La última vez que se había dado el Nobel de la Paz a una mujer fue en 2004, cuando se galardonó a la keniana Wangari Maathai, quien murió el mes pasado a los 71 años. Esa ocasión también había sido la última en que se había premiado a un africano.


* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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